Inteligencia artificial y emoción: un vínculo en exploración

Inteligencia artificial y emoción_ un vínculo en exploración

Los seres humanos y las máquinas emplean sus propios lenguajes para entrar en relación con el mundo. Una máquina de cualquier tipo no tiene la capacidad de desarrollar emociones, eso es aún parte del campo de la ciencia ficción. Lo que sí puede hacer es desarrollar modelos de imitación y sistemas orientados a la satisfacción de necesidades con base en el análisis de datos.

El ser humano se expresa a través de emociones. la tristeza o alegría se figuran siempre en sus expresiones faciales, ese su lenguaje natural, que explica muchas veces sin palabras algún acontecimiento. Las máquinas tratan de imitar ese lenguaje y predecirlo con base en esquemas de repetición

La cibernética se encarga del estudio comparativo de los sistemas de comunicación y de regulación automática tanto en los seres humanos como en las máquinas, esa comparación busca encontrar puntos de conexión, replicando, por ejemplo, lo que en inglés se llama human brain neural networks. Las conexiones neuronales del cerebro humano son en las máquinas una serie de algoritmos robóticos (robotic algorithms), programados para cumplir ciertas tareas de manera autónoma o luego de

 órdenes específicas ejecutadas a través de palabras clave de voz o texto. En esta línea los sistemas desarrollados con base en el NLP(Natural Language processing systems), por sus siglas en inglés, son capaces de intuir las necesidades de sus usuarios para anticiparse a ellas.

¿Máquinas inteligente?

¿Máquinas inteligentes?

Una forma de explicar la evolución del mundo es el origen de las palabras y sus significados. El vocablo  inteligente se deriva del latín intelligens-entis que quiere decir «el que entiende o ha entendido», su definición se completa si consideramos que la palabra se deriva también de legere cuyo significado es escoger. En suma, un proceso inteligente es aquel capaz de entender y escoger. Por extensión, una máquina inteligente sería aquella apta para ejecutar esa selección a través de determinados mecanismos. De acuerdo a esta definición la inteligencia humana difiere de la artificial, pues esta última no se traduce en la capacidad de pensar para elegir, sino en entender cómo piensa el ser humano para finalmente decidirse por la alternativa X o Y para que con base en un sistema de intuición y predicción sugiere posibles caminos. Si te interesa el tema de IA, te invitamos a leer esta nota sobre los tipos de inteligencia artificial que existen su evolución y aplicación. 

La inteligencia artificial rastrea el recorrido del ser humano, sus decisiones, sus rutas diarias, hábitos alimenticios, búsquedas en la web, películas que mira o música que escucha en cualquier servicio de streaming; esas selecciones que se hacen motivadas en gustos, emociones o necesidades construyen un perfil de intereses con base en esquemas de repetición, lo que en síntesis se conoce como hábitos de conducta. “Hoy tenemos robots jugando al fútbol, tocando el piano pero solo pueden realizar correctamente una actividad”, sostiene el portal especializado en tecnología, xataka. Eso explica que no es posible hablar de habilidades cognitivas reales, sino esquemas de comportamiento creados a partir de información, cuya mínima expresión es el dato.

Máquinas con emociones

¿Máquinas con emociones o lenguajes propios?

Con base en el apartado anterior se puede concluir que sí, existen máquinas inteligentes pues son capaces de ejecutar procesos de selección simples, identificando patrones de comportamiento y repetición, sin embargo no son capaces de decidir a partir de una emoción exclusivamente humana como el  miedo, asco o tristeza, tampoco pueden identificar, situaciones de peligro o elegir entre el frío y climas calientes. La emoción humana se traduce en la expresión de sensaciones y a su vez en actos orientados a resolver cuestiones de mayor complejidad.

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Decir que un objeto es artificial lo hace parcialmente real o verdadero, piense por un momento en el cabello, en las plantas, en microclimas que se crean dentro de ecosistemas naturales, todo ello es una réplica de la realidad y hace lo posible por parecerse cada vez más a ella. En ese sentido, el camino que sigue la inteligencia artificial es orientar todo su trabajo y esfuerzos a replicar cada vez mejor la conducta humana, así como sus espacios, para identificar y satisfacer necesidades concretas.

En Elipse Inteligencia Artificial hemos implementado y construido exitosamente, sistemas tecnológicos que facilitan la vida de la gente. Resulta imprescindible que al lenguaje convencional construido con palabras, definiciones y términos con los que empezamos este texto se le sume un lenguaje de programación en relación directa con la computación para identificar con asertividad y rapidez cuáles son los comportamientos habituales de usuarios específicos a fin de lograr que lo que ellos necesiten llegue hasta el lugar en donde se encuentren.

Si entendemos que el lenguaje natural no es aquello que se desarrolla para suplir el capital de trabajo humano, sino el complemento tecnológico para desarrollar cualquier actividad, sobre todo en relación con bienes y servicios de manera fácil, podremos identificar que la manera en que opera dicho lenguaje se asemeja en sus primeras etapas a procesos de búsquedas humanas convencionales. Puede revisar más sobre lenguaje natural en nuestro artículo y notará que los modos de clasificación y búsqueda son similares. Hablaremos de ello en la siguiente entrega, mientras tanto debe tener presente que lo que abordamos en nuestro texto “Inteligencia artificial: una realidad de película” es un modo atractivo de abordarlo.