Para el teórico William Greenwood la toma de decisiones es «la elección entre varias alternativas posibles, teniendo en cuenta la limitación de recursos y con el ánimo de conseguir algún resultado deseado». Si bien, no todas las decisiones empresariales están ligadas a algo negativo, estos caminos ponen a prueba a las organizaciones cuando se debe afrontar una crisis. Esta capacidad de respuesta determina las acciones a seguir y las posibilidades de solución de un conflicto. Se analizan las posibles alternativas y se suele aplicar aquellas, que en la óptica de la alta dirección son las más adecuadas. Después, se analiza si el objetivo deseado se ha conseguido o no. Lamentablemente, este proceso no siempre es considerado con la relevancia que amerita, colocando a las empresas en posiciones complejas o agravando las situaciones generadas producto de una crisis.